El Índice de la altura de
la falda o del dobladillo (hemline) de la falda, observado por
primera vez por el economista George Taylor en 1926, predice el
futuro del mercado de valores por la forma de vestir de las mujeres.
Funciona así: cuando las faldas de las mujeres (la línea formada por la
parte exterior de una falda) son más cortas, las mujeres están
tomando más riesgos y gastos, lo cual es un buen anticipo para la
economía y el mercado de valores. Cuando son más largas, al
contrario, son un signo negativo para la economía. Este indicador
tuvo gran éxito en 1929. Tal como vemos en el famoso gráfico, en
ese año la tendencia era de faldas cortas, justo lo contrario en la
Gran Depresión.
El indicador de la altura de la
falda manda una clara señal alcista para la Bolsa para este otoño
al apostar por una tendencia inspirada en los años 20.
'Lo más femenino es insinuar, sugerir,
dejar volar la imaginación en lugar de 'dejar todas las cartas a la
vista'', con estas palabras define la diseñadora de lencería
Chantal Thomass la esencia de la feminidad. La pionera concepción de
esta creadora, capaz de convertir cada uno de sus diseños en
auténticas joyas del erotismo, siempre ha contrastado con la imagen
masculina que ella proyecta. Fiel a sus trajes de chaqueta negros y
sus camisas blancas, quiere que las mujeres a las que se dirige
tengan "confianza en sí misma, aunque sea algo que lleva por
dentro y no ven los demás". Para ellas, ha creado este otoño
una colección inspirada en los años 20, en la que los encajes, la
seda y las transparencias más delicadas argumentan la propuesta.
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